Que hermoso el instante
en que por vez primera,
tu rostro de ángel
mis ojos cuajados de lágrimas,
pudieron ver.
Que dichoso el momento,
en que mi Dios grandioso,
me dio el obsequio de ser madre
por primera vez.
Mi corazón, cual potro salvaje
corría sin tener un fin,
tan solo con mirarte, sosegado,
como bestia domada al fin.
Es que eres tú, mi niña,
que hoy, se va haciendo mujer,
cual rosa, que abre sus pétalos,
mostrando al mundo su hermosura,
extasiando con su delicado aroma
a cuanto ser se le acerca hoy.
Eres tú, la misma que ayer,
refugiada en mi pecho,
con su dulce y celeste mirar,
reflejado el sol en sus suaves
y tiernos cabellos,
quién con tanta ternura
de sus dulces labios carmín,
emanaba un suave murmullo,
cual melodía para mis oídos,
y fresca brisa para mi alma,
me decías...
te amo mamá.
Eres tú, ese angelito,
que en mi corazón por siempre estará,
cual imagen grabada en mi mente,
esperando el día en que
se repita la historia en ti,
para tener la alegría de volverla a vivir.