Perplejo
2014-05-12 13:36:37 UTC
TENUES LUCES DE COLORES. -
Por fin había cumplido mi sueño de viajar a esas tierras de ensueño; de gentes llenas de ternura y melodías al hablar; de increíbles arenas junto al mar; de música inigualable, que traen las brisas junto con sus aromas de azúcar y de sal. Ya la conocía sin haber estado antes en ella: Cuba.
Durante algunos días estuve paseando por aquí y por allí en la isla, hasta que me llegué a La Habana. Y aquí estaba caminando sin apuro por La Habana Vieja, en una apacible y tibia tardenoche.
Antes de llegar a una esquina, despacito, despacito comencé a escuchar una bellísima y alegre melodía. Mientras más acercaba a la esquina, más fuerte y nítida se hacía esa irresistible música.
Llegué a esa esquina, que se abría en una oscura y grande puerta. Por ahí salía a la calle esa animada tonada, mezclada con una alegre algarabía. Ese bullicio se desparramaba por la calle, subía por los techos y bajaba por las paredes; se agachaba, se retorcía y daba vueltas por el aire.
No resistí más mirar desde afuera esta escena… y entré al salón. El amplio lugar estaba en semipenumbras, y aquí y allá se veían tenues luces de diferentes colores. Enseguida mis ojos se acostumbraron a la suave iluminación, y entonces pude distinguir los detalles de la cantina.
Allí había bastante gente. Se meneaban, se agitan al ritmo de un vibrante son. Sentía toda clase de fuertes aromas, de perfumes y de olores de gente y de cosas. Aspiré esa mezcla... (sigue)