He cultivado, sobre todo, lo que mi corazón me ha pedido cultivar. Mi terreno para el cultivo de experiencias es fértil, convulsivo e irritante. Realmente ha sido un reto, pero desde que nací he tenido las cosas muy claras y un despertar espiritual que me ha guiado por mi paso en este período de encarnación.
Mi cultivo lo he trabajado con toda la intensidad, la alegría y la fe que en mi desertar he podido disfrutar. Mi cosecha es estupenda y sumamente fértil, con frutos desde dulces a muy amargos. Eso precisamente la hace estupenda, pues en esa variedad de experiencias he crecido en grado de evolución espiritual; mi paladar espiritual se ha refinado al grado de poder degustar todo tipo de experiencias sin juicios perceptivos. Por eso lo que muchas veces he percibido como doloroso y desgarrante, en mi detectar espiritual, sé que ha sido la mejor de las experiencias, mi mayor reto al crecimiento en ruta hacia mi consciencia crística.
Sobre todo disfruto, como parte de mi recorrido por esta vida, de mi cosecha de amores, frustraciones, alegrías, tristezas; mirando de frente al futuro con mi frente en alto, por el deber cumplido. He sido un experto en meter las patas, en ser errático, en cometer errores, con la satisfacción de considerar esta experiencia como a mi mayor responsabilidad como tarea para esta vida.